Llueve en mi cama,
aún es de madrugada
y por más que persigo
tus labios brujos…
mudas testigas
de sin razones
embriagan mi alma…
Caricias gitanas,
tuyas y mías
roban mi calma
y ahí estás tú…
radiante imagen,
diosa bendita…
Tu cuerpo desnudo
como invitando y no…
cubierto con una sábana
que cómplice de mis deseos
recorría todo tu cuerpo,
y en cada espacio
encontraba más caricias
que cegaban al calor de tus manías…
Todo yo, vuelto en mudo
ante los gritos de placer
que desde mi alma reprimía…
Cada instante se hizo eterno,
tú en tus sueños
y yo embriagándome de ellos.
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